
El concepto de Internet de las Cosas (IoT) es uno de los más atractivos en lo que se refiere a integración de la tecnología con la vida social. El hecho de vivir en un mundo interconectado, en el que todos los dispositivos puedan recibir información actualizada de lo que les rodea y aprovecharlo para una vida más cómoda, sencilla y definitivamente mejor ¿a quién no le va a gustar?
Sin embargo, no falta quien argumenta obstáculos o consecuencias negativas que lastran no sólo la ilusión sobre un proyecto de tal magnitud, sino que además puede influir en su desarrollo, en caso de creerse sentencias que realmente no son tan definitivas. Por eso, se recopilan a continuación cinco de los mitos más extendidos sobre el Internet de las Cosas y por qué no deben tenerse tanto en cuenta.
1. El volumen de datos será inabarcable
Una de las mayores preocupaciones en torno al Internet de las Cosas tiene que ver con el volumen de datos con los que debe trabajarse. Un mundo global interconectado exige una inmensa cantidad de datos para trabajar en tiempo real que, a día de hoy, resulta sencillamente inabarcable.
En realidad el concepto no está correctamente definido. El volumen de datos será mucho más alto que el actual, pero no será inabarcable. No es necesario que cada uno de los dispositivos opere con toda la información a su alrededor: sólo necesita saber aquellas funciones que le afectan directamente, y únicamente cuando éstas han modificado su estatus, no antes. Esto hace mucho más asumible procesar la información.
2. Los móviles no serán capaces de controlarlo todo
Este mito es completamente cierto, pero no porque los móviles vayan a ser incapaces, sino porque su papel no será de gran relevancia. Recientemente, Leonard Kleinrock, uno de los padres de internet, reconoció en una entrevista que internet debía evolucionar hacia un sistema en el que los dispositivos fueran secundarios. De esta forma, los móviles no serían imprescindibles en el futuro, sino meros accesorios, igual que el resto de dispositivos conectados. Es preciso el desarrollo de nuevo hardware y software que permitan una interconexión total, a tiempo real y constante sin interrupciones para hacer que internet esté en todas partes y se procese desde cualquier ámbito.
3. La normativa bloqueará el sistema
A corto plazo, la normativa que va a tener que formalizarse para regular el ingente tráfico de información y su uso en tiempo real en el Internet de las Cosas va a ser algo histórico. Sin embargo, el sector está preparado para ello a todos los niveles. Organismos como la EEE, la ISA (International Society of Automation), el W3C (World Wide Web Consortium) ya existen; los fabricantes y distribuidores, entre otros, son conscientes del esfuerzo necesario y forman parte del proceso; y al fin y al cabo la buena voluntad de que se haga realidad, debería permitir agilizar todas las normativas y asegurar que la regulación es efectiva lo antes posible. Como todo, con el paso del tiempo deberá amoldarse a la actualidad circundante y aprender de errores legislativos y normativos que seguro que aparecen.
4. Aún queda mucho para su llegada
No es una tecnología tan futurista. De hecho, podría desarrollarse en los próximos años sin siquiera cambiar de siglo. El Internet de las Cosas es un futuro a muy corto plazo y ya se están dando los pasos necesarios para que se convierta en realidad a nivel de infraestructuras, tecnología y tipos de servicios.
5. Estaremos desprotegidos ante un ataque
Como siempre, la seguridad informática es una de las mayores preocupaciones. Sin embargo, la experiencia previa y el control de la tecnología deberían permitir una monitorización constante y una respuesta inmediata ante cualquier vulneración de la privacidad o un delito mayor, así como ofrecer mayor seguridad a la hora de identificar al usuario que quiere acceder a la información.