Como mencionábamos en nuestro post anterior, miles de kilómetros de cables submarinos conectan los continentes para transmitir los datos que compartimos en internet. Cuando estos cables se tienden en zonas de aguas poco profundas, se crean zanjas en la arena con chorros de agua a presión. Pero cuando se colocan a gran profundidad, simplemente se dejan sobre el suelo marino, cuidando de que no haya corales o cualquier otro material que pueda dañarlos.
Este sistema de cableado submarino se utiliza desde la época de los primeros cables tendidos para la telegrafía, y no hay registros de incidentes con la fauna marina. Sin embargo, dentro de unas pruebas en el año 1985, AT&T tendió el primer cable submarino de fibra óptica en las Islas Canarias. Este cable fue atacado por tiburones, aunque nunca se pudo probar el motivo del ataque (si fue porque el animal sintió la radiación eléctrica o si percibió el cable vibrando sobre el lecho marino). Este cable, a diferencia del cable coaxial utilizado hasta ese momento, no tenía un blindaje de interferencia eléctrica. Los tiburones mordían el cable hasta que la corriente eléctrica los mataba. La situación causó numerosos cortes hasta que se desarrollaron cables con una protección especial contra los tiburones.
Los científicos no están seguros de la causa por la que los tiburones se sienten atraídos por la fibra óptica. Una explicación bastante aceptada es que el motivo podría ser la emisión eléctrica de estos cables. Dicha emisión puede ser detectada por los escualos, que tienen sensores de voltaje en sus bocas para localizar a sus presas, y terminan por hincarle el diente a los cables confundiéndolos con comida.
Otros científicos, sin embargo, consideran que la electricidad no tiene nada que ver con el ataque de los tiburones y que los incidentes se producen sencillamente por su curiosidad. Según este argumento, cualquier objeto en el fondo del mar que esté moviéndose o vibrando atraerá la atención del tiburón y terminará atacándolo (ya sea un cable de fibra óptica o un trozo de plástico). Esta teoría está respaldada por las boyas, neumáticos y anclas que se han encontrado con signos de ataques de tiburones en todo el mundo.
A pesar de lo llamativo de estos incidentes, los ataques de tiburones apenas representan el 1% de los incidentes registrados en cables submarinos. Entre el 10 y el 15% de los daños a la fibra óptica submarina se debe a desastres naturales (corrimientos de tierra o terremotos) y también a las mareas. La mayor parte, un 70%, se debe a las redes de pesqueros de arrastre y a las anclas que se enganchan con ellos.
Google, que posee varios cables submarinos, ha optado por proteger dichos cables con una cubierta similar al kevlar. Por lo general, los tiburones no se alimentan más allá de los 1.500 metros de la superficie, por lo que los cables que se tienden por encima de esta profundidad necesitan protección adicional.
Entre 1985 y 1987 los casos de cables mordidos por tiburones se incrementaron, llegando incluso a encontrar dientes de tiburón clavados en algunos de ellos.
