Autor invitado: Pilar Bernat
Es probable que, si empezamos este artículo explicando que vamos a hablar de ENIA, nuestros oídos se llenen de New Edge, de música lejana, de acordes irlandeses que un día llenaron nuestras vidas, de aquella canción que decía ‘Only if…’ y que aseguraba que, sólo si se desea algo de verdad, se encuentra la manera de alcanzarlo.
Pero, realmente, salvo la homofonía de los dos términos y la desiderata del Gobierno español para lograr un objetivo más aspiracional que tangible, nuestra ENIA; se refiere a la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, un plan que presentó el presidente Sánchez, el pasado 2 de diciembre de 2020, y cuyo objetivo aseguró que es “generar un entorno de confianza respecto al desarrollo de una Inteligencia Artificial (IA) inclusiva, sostenible y que ponga a la ciudadanía en el centro”. Una estrategia que según explicó el primer ministro, “sitúe a nuestro país en la línea de los países líderes en la investigación y el uso de una IA confiable al servicio del desarrollo económico y social y al servicio de nuestra modernización económica".
La comparación ofende
En concreto la ENIA es el componente número 16 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española y se concibió como “un marco dinámico, flexible y abierto a la aportación de empresas, ciudadanos, agentes sociales y resto de Administraciones”. El proyecto parte de una inversión pública planificada de 600 millones de euros en el período 2021-2023, a los que se suma la aportación del fondo Next Tech de naturaleza público-privada que persigue impulsar el emprendimiento en tecnologías digitales habilitadoras y, además, en los Presupuestos Generales del Estado para 2021 se prevén 330 millones de euros más para Inteligencia Artificial y Economía del Dato.
Cantidades muy alejadas de los US$ 77.600 millones que IDC prevé se gastarán en EE.UU. en 2022 y que refuerza la idea de desiderata que mencionábamos al principio; ya que España está muy lejos de incluirse en el grupo de países que tienen algo que decir a este respecto y su aportación a los 97.900 millones de dólares que según la consultora se gastarán en el mundo en IA en 2023 será mínima.
Infraestructuras para IA
Si hablamos de necesidades empresariales, debemos referirnos al informe de Interxion sobre las infraestructuras necesarias para implementar IA, donde se explica que “la infraestructura y la tecnología necesarias para respaldar los proyectos de IA son complejas, incluyendo la necesidad de una gran cantidad de potencia de procesamiento y la capacidad de transferir grandes cantidades de datos (…) Pero las infraestructuras empresariales actuales no suelen están preparadas para manejar esta demanda; de hecho, el 45% de las empresas asegura que éstas no son capaces de soportar cargas de trabajo de IA”.
Una infraestructura debidamente preparada requiere un entorno potente, conectado y de alto rendimiento, alojado en un centro de datos de colocación (externo y optimizado en términos de rendimiento y seguridad) donde se pueda registrar la ingente cantidad de datos que tanto las redes de fibra óptica como la telefonía celular 5G (general o empresarial) pueden llegar a proporcionar.
Líderes en conectividad
A este respecto conviene recordar que en España la cobertura de fibra óptica a velocidad de más 100 Mbps alcanza al 81% de la población, según los datos disponibles en el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital -aunque el despliegue no es igual en todas las Comunidades Autónomas ni idéntico en todas las compañías- y que nuestro país es líder absoluto en tecnología de fibra hasta el hogar (FTTH) dentro del Viejo Continente y ocupa puestos muy destacados en el ranking mundial.
En cuanto a la quinta generación de telefonía móvil, conviene recordar que nos encontramos en plena fase de despliegue, que todos los operadores tienen ya espectro suficiente en 3,5 GHz (hasta ahora sólo Vodafone había podido aprovechar esta banda) y que antes del mes de junio de 2021 se habrá realizado la subasta de la frecuencia de los 700 MHz que nos puede llevar a la maximización del concepto instantaneidad. Entonces y sólo entonces, las redes devorarán datos que alojados en la nube derivarán en algoritmos de Inteligencia Artificial que revolucionarán y modificarán nuestras vidas: ‘De parvis grandis acervus eri’ (de lo pequeño se hacen grandes cosas).