Lenta pero con cabeza: la revolución de la IA en las empresas españolas

Tanto España como Europa van muy regazadas a la hora de implementar sistemas de inteligencia artificial. Sin embargo, esta lentitud está permitiendo aprender de los errores de los que llegaron antes. La máxima actual consiste en empezar por pequeños proyectos piloto basados en análisis que demuestren su viabilidad real de aportar valor al negocio para no perder el tren de esta revolucionaria tecnología 

13 Diciembre 2021

Autor invitado: Marta del Amo

 

El poder de la inteligencia artificial (IA) avanza tan deprisa que hasta su propio impacto en la sociedad ha cambiado en cuestión de un puñado de años. Frente a la ya manida máxima de que los datos son el nuevo petróleo, ahora resulta que el impacto de la IA en los negocios será más profundo que el descubrimiento del propio fuego, según afirmó el CEO de Google, Sundar Pichai, en una reciente entrevista con la BBC

Obviamente, para él es fácil decirlo. Su organización no solo es una de las tecnológicas más grandes del mundo, sino que en 2017 se convirtió en la principal entidad investigadora a nivel global, por encima de cualquier centro de investigación, y prácticamente todas sus líneas de negocio ya se sustentan sobre potentes sistemas de IA. Pero ¿cómo está avanzando e impactando la inteligencia artificial en entornos menos capacitados y acostumbrados a esta tecnología, como por ejemplo España? 

Como no podía ser de otra forma, "la IA tiene un bajo nivel de adopción en las empresas de Europa. Y España no es una excepción", afirma contundente un informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI) del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital publicado este mismo año. De hecho, esa es la primera frase de sus casi 50 páginas. 

La situación no sorprende si se tiene en cuenta que los países que han liderado el avance de esta tecnología han sido China y EE. UU. Actualmente ambos están envueltos en una feroz batalla por hacerse con el trono de la tecnología a nivel mundial, mientras Europa lucha por ponerse al día, tanto en investigación como en adopción. 

Y aunque dentro del entorno europeo España tampoco lidera, al menos la tasa de adopción de la tecnología entre las empresas españolas está un punto por encima de la media de la UE27, con un 7% frente al 6% comunitario medio, según el ONSTI. Eso sí, esta pequeña ventaja también palidece cuando se compara, por ejemplo, con el 20% de Irlanda. 

Sin embargo, tampoco es necesario alarmarse. Aunque España no esté siendo pionera en la creación ni adopción de sistemas de inteligencia artificial, a veces llegar segundo (o quinto…) permite aprender de los errores de los primeros. Uno de los más comunes consiste en querer empezar la casa por el tejado. Seducidas por la promesa de que la inteligencia artificial es como una varita mágica capaz de revolucionar un negocio con solo desearlo, multitud de organizaciones se lanzaron a invertir en proyectos de IA sin haber puesto primero los cimientos necesarios para llevarlos a cabo. 

Un famoso ejemplo es el del Centro del Cáncer MD Anderson. Después de cuatro años de esfuerzos, acabó suspendiendo una ambiciosísima iniciativa para crear un sistema de diagnóstico y recomendaciones de tratamiento cuando los costes superaron los 52 millones de euros sin que hubiera podido aplicarse a ningún paciente. 

Por eso, cada vez más expertos coinciden en la importancia de abordar la IA poco a poco, empezando con pequeños proyectos piloto y equipos reducidos, después de haber hecho un concienzudo ejercicio de comprensión de la tecnología, un estudio de las áreas de negocio donde tiene un potencial real para aportar valor a cada empresa y un análisis sobre los beneficios generados frente a la inversión necesaria. 

Este proceso refleja bastante bien las tres necesidades básicas, o cimientos, de cualquier empresa a la hora de implementar un proyecto de inteligencia artificial: conocimiento/formación, presupuesto e infraestructura. Por ejemplo, por muy seductores que resulten los robots, antes de gastarse una fortuna en ellos es necesario ver si será fácil implantarlos y mantenerlos, si serán compatibles con los sistemas actuales y, por supuesto, si realmente aportarán valor al negocio. 

Por eso, antes que lanzarse a invertir en sofisticados y complejos sistemas, la mayor parte de las empresas están empezando a adoptar la inteligencia artificial para automatizar procesos (RPA, por sus siglas en inglés) administrativos y financieros, según un estudio publicado en Harvard Business Review. 

Sean pequeñas o grandes, y se dediquen a lo que se dediquen, todas las compañías reciben cobros y emiten facturas, por lo que no es de extrañar que estén apostando por estas soluciones. Y lo mismo pasa con aquellas que donde hay altos niveles de atención al cliente, pero, en este caso, su tecnología de IA estrella son los chatbots. 

Puede que la RPA y los agentes de conversación inteligentes no resulten tan atractivos como los impresionantes almacenes ultrautomatizados de Amazon o el software de reconocimiento facial de Facebook, pero son las cosas que ahora mismo necesitan las empresas para empezar su viaje hacia la adopción de la IA y las que realmente pueden ayudarlas ser más eficientes y productivas. 

Sin embargo, por muy sencillo que parezca, la mayoría de las compañías españolas carece de los medios y los profesionales adecuados para llevar a cabo proyectos de IA, según una reciente encuesta del Instituto de la Ingeniería de España. Afortunadamente, tanto los conocimientos sobre el potencial de la tecnología como las herramientas y tecnologías necesarias para implementarla pueden proceder de socios especializados. 

Si una frutería recurre a un proveedor para montar su página web o para pintar su fachada, ¿por qué no va a hacerlo para extraer patrones de sus historiales de compra o hacer predicciones sobre los precios de la materia primera en función de las condiciones meteorológicas? Por mucho que los datos sean el nuevo petróleo, no servirán de nada si la empresa que los posee no es capaz de estructurarlos y darles sentido, o si carece de las herramientas y la potencia informática necesarias para procesarlos. Por eso, cada vez son más las empresas que recurren a asociaciones con compañías expertas para que las ayuden a emprender a este viaje. 

El sencillo ejemplo de la frutería demuestra muy bien el poder que la IA puede tener en cualquier empresa sea del sector que sea. Puede que las compañías españolas todavía no la estén utilizando de forma tan revolucionaria como vaticina el CEO de Google, pero, en el terreno de la IA, queda claro que nunca es buena idea empezar la casa por el tejado. Además, cuando el fuego se descubrió, tampoco pasó a dominar toda la sociedad prehistórica de la noche a la mañana, y eso lo sabe hasta Sundar Pichai.