Autor invitado: Alvy (www.microsiervos.com)
Muchos de los extensos cables submarinos internacionales «aterrizan» en la península, surgiendo de las aguas de Bilbao, Barcelona, Mallorca, Valencia o Cádiz en España y Lisboa en Portugal. Lo más curioso es que Madrid, la capital, puede ser también considerada como todo un «puerto digital» aunque, como decía la canción ochentera de The Refrescos, «Aquí no hay playa».
Puntos de amarre
Los lugares en los que los cables submarinos tocan tierra se llaman puntos de amarre. Por mencionar un ejemplo, el punto de amarre del cable submarino Grace Hopper operado por Telxius, que viaja de Estados Unidos al Reino Unido y España, está en la playa de Sopela, en Vizcaya: 160 terabits por segundo transitan por él. Hay cerca de 30 cables similares en total en la península, incluyendo los que llegan a Conil y Chipiona en Cádiz o a Gavá en Barcelona.

Mapa de los cables submarinos. Fuente: Telegeography
El aspecto de estos amarres es discreto: los cables que llegan del fondo oceánico reposan bajo la arena (a una distancia de 500 metros de la playa) protegidos por una cubierta de plástico rígido. En el punto de salida ya tierra adentro se amarran literalmente con grandes cables metálicos al terreno, para evitar los movimientos accidentales. En este vídeo de EllaLink, el cable que une Europa con América del Sur se pueden ver distintas fases del proceso de instalación de un cable submarino.
Las estaciones a las que llegan los cables de fibra óptica son instalaciones seguras y cercanas a los puntos de amarre, como puede verse en este otro vídeo del cable TAT-14 (Trans Atlatic Telephonecable) a su llegada a Dinamarca. La playa, bastante aislada, tiene unas dianas señalizadoras que indican a los barcos que por allí pasan cables submarinos y deben evitarlos (los accidentes con anclas y barcos pesqueros son el problema más común). En esa estación se conecta la fibra submarina con la terrestre para distribuir los datos que transporta el cable desde y hacia el continente europeo.
Cuestión de velocidad
Las razones por las que sigue siendo práctico utilizar esa combinación de cables submarinos y líneas terrestres de fibra óptica son básicamente dos: velocidad y capacidad. Los satélites de comunicaciones tienen una capacidad (ancho de banda) más limitado que el cable físico. Y, en cuanto a velocidad, siempre es más rápido enviar las señales a la velocidad de la luz por el camino más corto que hacerlas subir y bajar hasta la órbita geoestacionaria, algo que es habitual pero más lento en comparación.
La luz viaja por la fibra a unos 200.000 km/s (algo menos que los 300.000 km/s de la luz en el vacío), debido al llamado índice de refracción del material. Es fácil calcular que las señales tardan tan solo 2 milésimas de segundo en recorrer los 400 km que separan Sopela de Madrid, frente a las 3 décimas que necesitarían para subir y bajar los 70.000 km que tendrían que recorrer «rebotando» en un satélite geoestacionario. La fibra es unas 150 veces más rápida.

Conexiones de fibra óptica. Fuente: Interxion
De los puntos de amarre a los hubs digitales
Esta mayor velocidad, capacidad y una menor latencia son las razones por las que un nodo (hub) situado en el centro de la península ibérica como Madrid puede posicionarse como hub de interconexión digital. Favorecen a la región su posición estratégica y la potente infraestructura con la que cuenta, como diversas redes de fibra óptica y centros de datos donde intercambiar la información en un entorno seguro.
Por ello, las líneas de comunicaciones que llegan al hub digital de Madrid lo convierten en una especie de gran «puerto» para interconectar Europa con las dos Américas y África. Es por lo que las principales empresas de internet han decidido ubicar los puntos on-ramp de acceso directo a sus nubes en este tipo de instalaciones. Esto incluye a los grandes proveedores cloud como AWS, Google Cloud, o Microsoft Azure y a proveedores de contenido como Netflix o Disney. De este modo pueden ofrecer sus servicios y entregar sus contenidos de forma más rápida y eficiente a todas las regiones, interconectando continentes a través de los cables submarinos.

Conexiones de fibra óptica. Fuente: Interxion